3 de septiembre de 2009

Los nombres o rotulados de las calles de Las Palmas de Gran Canaria

Por Carlos Platero Fernandez



Aquí, en Las Palmas de Gran Canaria, durante siglos, posiblemente desde el mismo momento de la fecha de fundación de la ciudad y al menos hasta bien entrado el siglo XIX, el nomenclátor callejero era establecido simplemente por los mismos vecinos y por la costumbre; el "amado pueblo" las bautizó por lo general basándose, por ejemplo y muchas veces en algún destacado edificio, en una hermosa balconada, el oficio de un vecino destacado, una prosapia o un linaje, etc.

En los sectores ciudadanos más antiguos, por La Vegueta y por Triana, todavía existen o se conocen nombres de calles y callejones cuya toponímia es bien definidora: Herrería, el Artillero, Enmedio, La Marina, Arena, Salsipuedes, Las Lonjas, el Reloj, Los Balcones... A partir de mediados del siglo XIX y, para ser exactos, hasta el año de 1833 no existió la rotulación oficial de las calles públicas de la ciudad de Las Palmas, pero, a partir de entonces siguiendo con ello modas ultramarinas y traídas de la metrópoli, a las calles más representativas se las comenzó a aplicar los nombres de la monarquía reinante, de los políticos del momento, de personajes destacados en el mundo local, etc. Y ya con la expansión del perímetro de la ciudad en vertiginoso crecimiento, con la creación de nuevas urbanizaciones, se estiló el aplicar al callejero que continuamente se ampliaba nombres de personajes históricos y, naturalmente, de personajes distinguidos locales en rendido homenaje popular, casi siempre a título póstumo, que es cuando en esta nuestra patria parece ser que empiezan a reconocerse los méritos del que en vida apenas si se le aplaudió o destacó su por otra parte demostrada indudable valía. Para ello, y, desde luego siguiendo al menos un buen criterio, los ediles municipales solicitaban por lo general el asesoramiento de gentes cultas, principalmente de los cronistas locales o provinciales, tanto oficiosos como oficiales. El médico, político, escritor y cronista oficial de la ciudad de Las Palmas Carlos Navarro Ruiz, autor del único Nomenclátor o callejero de la ciudad hasta ahora existente,salvo alguna desafortunada pretensión, ya dejó dicho que "La nomenclatura de las calles es función interesante de los municipios, que debe ser mirada con el mayor detenimiento para evitar errores de dificil y enojosa rectificación". Cosa que, por cierto, en estos nuestros últimos tiempos democráticos se ha olvidado por completo y suelen rotularse nuevas calles o tratando de anular los nombres anteriores que no agraden a determinados sectores de la población, con nombres estrafalarios que nada dicen a la mayoría de los ciudadanos, solicitada la rotulación por alguna asociación de vecinos, grupo de personas y aún a veces a título individual proponiendo a nombres de cosas o personas que tan solo ellos conocen, o por las que sienten simpatía o por algo que en determinada ocasión realizaron, pero que en ninguno de los casos ha trascendido al ciudadano en general, lo que luego se refleja, si, en algún escrito que es toda la documentación pertinente que se halla en los correspondientes expedientes, si es que llegan a hacerse y que, al cabo de tan solo unos cuantos años, ya nada dicen a quien quiere saber al menos quien fue y por que se llamó así la calle en donde vive. En todo caso, es de advertir que el compadreo de cariz político tiene mucho que ver con esto de las rotulaciones callejeras. Ejemplos de esto que aquí digo, lamentablemente, a montones.

Pero, no siempre ha sido así como lo acabo de interpretar. Al menos hasta el año de 1940, en cuanto al callejero palmense, se puede advertir el buen quehacer del teldense Carlos Navarro Ruiz. Y a continuación la presencia de alguna manera del culto cronista y periodista conocedor como pocos de su ciudad natal que fue Eduardo Benitez Inglott y al que hubo de seguir el no menos culto e intelectual Luis Doreste Silva, que sin duda por muchos años fueron los asesores idóneos de concejales y alcaldes del Ayuntamiento.

Como salvedad, aunque no desdiga mucho de lo que hasta aquí escribí al respecto, leí yo en un acta del Ayuntamiento capitalino correspondiente al 25 de enero de 1962 que se proponían dos nombres "por atender las peticiones de los señores Navarro Rodríguez y González Vera que, igualmente interesan se rotule alguna calle con los nombres de Teniente Coronel don Antonio Castillo Olivares y Dr. Apolinario respectivamente, por los méritos contraidos por los extintos con la ciudad". Que luego fueron incluidos en una extensa, casi completa nómina callejera de Escaleritas.

Supongo que entre los asesores, hubo de haber poetas isleños, pues bien se colige del anónimo suelto aparecido en la prensa local, creo que en Diario de Las Palmas por el año de 1953 que conservo entre mis papeles y que decía: "¡Que hermosos nombres tienen las calles de LÑas Palmas! Nombres de poetas, de personajes novelescos, de individualidades notorias de nuestra vida, y nacionales y extranjeros. A Galdós le hemos pagado nuestra parte alicuota de renombre universal haciendo residir a sus personajes en las esquinas de todas las calles, del barrio más soleado de los altos y que habrá de gustarles a cuantos salieron de las páginas de don Benito porque lleva el nombre del santo que nos envía la primera verbena. (Aquí el anónimo gacetillero se refería al barrio de San Antonio, que fue por su parte alta por donde aparecieron rotuladas algunas calles con personajes galdosianos, que luego se trasladarían a las de la barriada de Schamman.) "Pero los nombres más hermosos son, sin embargo los que pueblan el silencio de la Ciudad Jardín, que fue un proyecto urbano realizado por nuestros más prosaicos convecinos y es hoy lugar encantador de la población. Lugar en donde salen a nuestro encuentro, como las amapolas en el campo, pintores y poetas... "No pensamos citar a ninguno; no queremos que alguien se considere olvidado de la nómina y arremeta contra nosotros, aun cuando de algo habría de valernos esta parte de inmortalidad que nuestras calles les proporcionan con tan generosdo ademán. "¿Es que esos nombres surgieron en las esquinas por caso de generación espontánea? Ni que hablar de eso. Surgieron porque un hombre, que era concejal, pero además poeta, empezó a jugarse un solitario de nombres excelentes sobre el tapete de la Ciudad Jardín, y acertó en el juego ganándolo todo para los demás. "Su acierto nos honra a la comunidad, mas cuando ese jugador de la poesía perdió la baza de su existencia, ¿quien se acordó de él ni de su excelente poesía? ¿Donde está la calle de este poético bautista?". Algún comentarista posterior ha insinuado que en el suelto trascripto se están refiriendo, más que a Saulo Torón, el gran poeta de la escuela lírica de Telde, a su hermano el intelectual Julián que fue también concejaldel ayuntamiento capitalino así como a algúno de los componentes de la saga de los Benitez Inglott, además del cronista y periodista Eduardo, el músico Miguel o el poeta Luis. Aunque bien es verdad que entonces en Las Palmas de Gran Canaria había otras varias personalidades descollantes en la cultura de la época y que muy bien pudieran haber asesorado al Consistorio capitalino, como el asimismo laureado poeta Montiano Placeres, al que se le ha achacado la atinada siembra de las gentes del mundo fabuloso galdosiano por el nomencátor callejero palmense.

El perímetro de la ciudad de Las Palmas

Como ya es bien sabido, alrededor del día 24 de junio del año 1478, el capitán castellano Juan Rejón, después de haber desembarcado con sus tropas por la bahía del Confital y concretamente por el Puerto del Arrecife, haber oído mañanera misa en las playas de Las Isletas, recorrer los arenales bordeando las dunas y, en fin, después de haber pernoctado en la ladera oriental de la montañeta de San Francisco, atravesó el cauce del riachuelo Guiniguada y, se dice que milagrosa o sabiamente aconsejado, levantó lo que fue campamento militar fijo, cerca de la costa, en un altozano recubierto de profusa vegetación entre la que descollaban tres airosas palmeras, por lo que a aquel blocao hecho de tapiales y maderos, recinto atrincherado, con un torreón de defensa y almacén de armas y víveres se le denominó El Real de las Tres Palmas. Que desde el final de la conquista de la Gran Canaria, el embrión urbano del caserío formado fue la Villa del Real de Las Palmas y, a partir del año 1515, la Muy Noble y Leal Ciudad de Las Palmas, como rezó en el escudo heráldico oportuno y en los documentos fehacientes de la época que se conservan. Después de aquel comienzo, con el primer reparto de tierras y aguas efectuado por Pedro de Vera al finalizar la conquista, el incipiente casco urbano se fue desarrollando pronto alrededor de una sencilla ermita levantada en honor de Santa Ana y que muy pronto pasó a denominarse de San Antón, bajo la advocación de San Antonio Abad, al iniciarse los cimientos de la futura Catedral de Santa Ana o iglesia del Sagrario a la vera de la plazuela de Los Alamos, que con el tiempo ha desaparecido a causa de diversas reformas y urbanizaciones de la zona. Y la futura ciudad empezó a conformarse a ambos lados del Guiniguada, primero en la loma de las palmeras y luego por la vega adyacente que se extendía hacia la montaña de Santo Domingo y que se conoció como La Vegueta de Hernán de Porras, en donde pasó a residir la nueva nobleza o aristocracia de los conquistadores, los mercaderes y la curia eclesiástica, tales como los Fontana, Vega, Lezcano, Cerpa, Padilla, Mujica, Peñalosa, Pello, Riberol, Sotomayor, Vachicao, Vera, etc. Y, salvando el cauce del anchuroso barranco, ya a principios del siglo XVI, el nuevo barrio de Triana, más modesto, ocupado al principio tan solo por los religiosos y servidores del monasterio de San Francisco y un grupo de labradores y marineros que, parece ser, eran de procedencia andaluza.

Según el primer plano que se conoce de la ciudad de Las Palmas, confeccionado por el ingeniero italiano Leonardo Torriani alrededor del año 1590, el perímetro urbano de entonces era, poco más o menos, delimitado por una línea imaginada que, arrancando en la zona de Triana desde la entonces salida al mar de la calle hoy conocida como de Constantino en la costa este, siguiera hacia el sur por lo que actualmente es la calle de Francisco Gourié y, cruzando la desembocadura del barranco girara levemente hacia el SE y llegara a un antiguo reducto de defensa localizado por donde hoy es la zona oriental del Mercado de Vegueta, siguiendo la actual calle del Alcalde Díaz Saavedra y entrando en la Avenida Marítima del Sur hasta llegar al final de la muralla este del Colegio de los Jesuitas, doblando allí hacia el oeste, hasta donde está la clínica de San Roque y luego, otra vez hacia el sur y suroeste hasta la calle de Diego A Montaude, a seguir en todo su recorrido, doblando al final en dirección norte hasta la confluencia de las calles de Hernán Pérez con la de Toledo y desde allí, por la parte trasera de la iglesia de Santo Domingo, hasta la confluencia de la calle actual de Sor Brígida Castelló con la de Sor Jesús, por la Portadilla de San José y, girando una vez más pasando por donde se alza el Hospital de San Martín y lo que es la calle Jordán salir al Guiniguada por el extremo oeste de El Toril con nuevo giro aquí hacia el este y, poco antes de llegar a la calle de Doramas, cruzar otra vez el cauce del barranco frente al Terrero, a la altura de la actual calle del Párroco Artiles, llegándose hasta la bajada de San Nicolás y descender hasta más abajo de San Justo para girar una vez más a mitad de la calle aproximadamente en la misma dirección que la calle del Doctor Déniz, bordear el campanario del antiguo convento de la iglesia de San Francisco y por los terrenos del actual Conservatorio llegar a la calle Maninidra, girar hacia la de General Bravo y seguirla hasta pasar San Bernardo y entrando en la de Pérez Galdós descender por lo que es actualmente la calle de Perdomo y con breve giro hacia el sur acabar enlazando con la calle Constantino en su extremo occidental. Perímetro que ciertamente muy poco se alteró en las centurias siguientes, hasta mediados del siglo pasado. En principio, tan solo dos murallas defendían a la incipiente ciudad. La de la parte norte, que, arrancando de un torreón con pequeña plataforma para la posible artillería, que bajaba desde la montaña de San Lázaro al oeste, hasta el mar, por lo que se conoció como el Charco de los Abades, con un trazado igual a la actual calle de Bravo Murillo, con una gran portada de acceso a la altura del comienzo hoy del Parque de San Telmo, rematada en un torreón que se denominó luego como de Santa Ana. Y la muralla del sur, levantada por orden del Gobernador Melgarejo alrededor del año 1530 y fue reconstruida en 1565 por el Capitán General Alonso de Avila y Guzmán, que arrancaba en lo que hoy se conoce como Placetilla de los Reyes, en Vegueta, conocido al principio el paraje como el Campo del Quemadero y también alguna vez como el de La Cruz de la Horca y que acababa en la marina pedregosa, aproximadamente a la altura del terreno en que se enclava el cementerio Municipal de Las Palmas, con las Portadillas de Los Reyes y de San José donde se iniciaban los tortuosos caminos de herradura que conducían al sur, posteriormente, aquella muralla se llegó hasta la Montaña de Santo Domingo al oeste. Y aquellas dos toscas murallas de apenas tres metros de altura y no mucho grosor fueron durante varios siglos las que en verdad marcaron a uno y otro lado los límites urbanizados de la ciudad. Además, desde finales del siglo XV, construido entre los años de 1492 y 1494 bajo el mandato del general gobernador Alonso Fajardo, a unos cinco kilómetros al norte de la ciudad existía un pequeño fuerte de planta cuadrada con plataforma para la artillería y cerca del cual había unas cuantas casas conocidas como las del Corral de Henriquez. Allá por el año de 1599, la ciudad de Las Palmas estaba conformada por unas 53 calles, callejas, callejones, plazas y plazuelas, de las cuales más de un 10 por ciento, aunque identificadas, han ido desapareciendo por mor de diversas ampliaciones y reformas urbanísticas.



















.- LOS PUENTES SOBRE EL GUINIGUADA

En el extremo más occidental de la naciente ciudad del Real de Las Palmas, la abundante corriente de agua del que al menos hasta el siglo XVII se llamó Río Guiniguada, se dividía en dos acequias destinadas a suministrar el preciado líquido por toda la vecindad, siendo el remanente de tal servicio aprovechado para el riego de las numerosas huertas dedicadas al cultivo de verduras y frutales.

Ya a finales del siglo XV y junto a la orilla izquierda del río-barranco, el Gobernador Valenzuela mandó levantar una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora la Virgen de Los remedios, allá sobre el año de 1515. De aquella ermita partía una escalera de piedra que conducía al cauce siempre cenagoso cuando no caudaloso del guiniguada y sirvió en principio para el cruce del mismo saltando de piedra en piedra hasta que fue construido un rudimentario puente de madera, piedras, barro y cantería, de un solo ojo, que aguantó los aluviones que en determinados años y en épocas otoñales o invernales hacían rugir en furiosas turbulencias al torrente arrastrando con cuanto se topaba a su paso.

En el año 1599, una de aquellas repentinas crecidas se llevó entre remolinos al puente hasta la cercana costa. Pero, al poco tiempo el gobernador Martín de Benavides ordenó construir otro más sólido, también de un único ojo y enclavado un poco más arriba de donde había estado el anterior, con más fábrica de cantería azul unida con argamasa y sobre cuya obra de ingeniería dispuso que se colocasen las estatuas de Santa Ana y san Pedro Mártir, patronos de la ciudad, además de una cartela con una leyenda alusiva a su generosa disposición; leyenda o soneto laudatorio que le acarreó unos cuantos sinsabores y que hubo de ordenar se retirase. El eximio historiador Rumeu de Armas, apuntó que según sus indagaciones documentales, a principios del siglo XVII la comunicación entre los barrios de Vegueta y de Triana se hacía por medio de dos puentes, el de cantería de nueva fábrica y otro mas rudimentario, de madera, tipo pasarela, ubicado más a la orilla de la mar. El acceso desde Vegueta hacia Triana era desde la calle de la Herrería y la plazuela de la Cruz Verde por el sendero amurallado que lindaba con el barranco y se entraba en Triana junto al convento de Santa Clara por la calle del Perro, poco más o menos por donde ahora está la calle Muro y en comunicación casi inmediata con la calle de Los Remedios. Y arriesgándose a cruzar sobre las aguas por el bamboleante puente de madera, se salía de la Plaza del Mercado o calle de Las Carnicerías y se desembocaba en las gradas que conducían a la iglesia y ventas de Los remedios, frente a lo que fue luego la bajada de San Pedro.

En el año de 1615, que según algunos cronistas fue el de 1517, una gran avenida del Guiniguada se llevó una vez más a los puentes, partes de las murallas de contención a ambos lados del cauce así como casi toda la zona de La Recova por un lado y las ventas de Los remedios por el otro, como dejó dicho el padre José de Sosa. Después, parece ser que durante mucho tiempo, solo existió una especie de rudimentaria e improvisada pasarela de madera para salvar el Guiniguada, porque no hay noticias de que se volviese a construir ninguno estable de cantería o sillería hasta el año de 1673 en que dispuso la construcción de uno más el corregidor Juan Coello de Portugal, en el mismo o cercano sitio del desaparecido medio siglo atrás y que, a su vez, durante largos años fue el único que allí hubo.

A finales del siglo XVIII, dice Domingo J. Navarro en su "Recuerdos...", que, "Los barrios de Vegueta y Triana se comunicaban por un puente viejo de madera carcomida que amenazaba ruina", por lo que se supone que ya había sido arrasado o arruinado el anterior puente. Y, a continuación informa que gracias al ingenio de un activo canario, Agustín José Betencourt y al mecenazgo del virtuoso obispo grancanario Manuel Verdugo,ya a principios del siglo XIX,..."no solo se hizo el sólido puente de cantería que poseemos sino toda la fuerte muralla del norte del Guiniguada, terraplenando lo que antes era cauce del barranco y hoy Plazuela, la apertura, arreglo y formación de la calle que desemboca en la Plaza de Santa Ana y la colocación de las cuatro estatuas que decoran el puente". La calle a que se hace mención, conocida entonces como la Calle Nueva, es la actual rotulada como del obispo Codina.

Auspiciado por el alcalde constitucional Antonio López Botas, en el último cuarto del siglo XIX se construyó entre la plaza del mercado y el arranque de la calle Mayor de Triana el puente de madera, Puente de Palo o palastro que acabó siendo el refugio de los últimos bohemios de la ciudad. Ya adentrados en el siglo XX, el puente de Verdugo de tres ojos y cantería azul fue en el año 1927 reemplazado por el de uno solo, de hierro y cemento armado que ha subsistido hasta el año de 1971 en que, ante la curiosidad ciudadana pero sin pena ni gloria cayó vencido por taladradoras y martillos pilones eléctricos, hidráulicos y automáticos. Poco después, con violentos estertores desapareció también el puente de madera bautizado oficialmente como de López Botas, último rincón conservador del sabor romántico decimonónico de la ciudad. Y con ellos se esfumó, se sepultó el barranco Guiniguada, el más simbólico y tradicional paraje urbano canariense.

Los callejones Palmenses

Por Carlos Platero Fernández



Entre otras acepciones del idioma, si calleja y callejuela son diminutivo de calle, -del latín "callis", senda, cañada; vía entre edificios o solares en una población- al aumentativo de calleja se le dice callejón que es el lugar o paso, por lo común estrecho y largo, a veces angosto y sinuoso, a modo de calle, con sendas paredes a los lados, o hileras de casas, o solares, o deslizándose simplemente entre elevaciones del terreno.

Y, por lo general, sobre todo en Andalucía y Cuba al igual que en Canarias, se le llama así también a la calle corta aunque a veces no sea precisamente estrecha.

Con respecto a los típicos y entrañables callejones existentes en el nomenclátor o callejero de Las Palmas de Gran Canaria, se dice que fue por el siglo XVII poco más o menos cuando con un movimiento o ligera tendencia demográfica de expansión de la población, al principio fuera de las murallas defensivas de la parte norte y con focos localizados en los riscos o faldas de las montañas que cerraban el perímetro de la ciudad por el oeste, comenzaron a poblarse deforma paulatina las numerosas cuevas naturales por allí existentes y de nuevo adecentadas para viviendas o en humildes chozas de madera, piedras y barro con gentes por lo común marineras y menestrales o de servidumbre; creándose así los barrios de San José, San Juan, San Roque, San Nicolás, San Francisco, San Lázaro y San Antonio, en algún caso al amparo o en derredor de las respectivas ermitas de la advocación de los citados santos y en otro del añoso e historiado convento franciscano.

Por mucho tiempo considerados arrabales marginales de la ciudad, al igual que ocurrió en El Pambaso y La Matula junto al Guiniguada, por el norte con las Cuevas de Mata y del Provecho y por el sur, más allá de la muralla y Portadilla de Los Reyes con Las Tenerías y el barrio marinero por excelencia de San Cristóbal. No obstante, las callejas, callejones y travesías de las cada vez más populosas barriadas de los riscos y de las afueras de la ciudad amurallada casi nunca fueron reflejados en los documentos de la época.

En un manuscrito anónimo de mediados del siglo XIX se informó que la ciudad de Las Palmas, además de contar con cuarenta y tres calles repartidas entre los barrios históricos por antonomasia de Vegueta y Triana, tenía diez y nueve callejones en el uno y doce en el otro, escalonados por los riscos y laderas montañosas, oficialmente innominados, conocidos sin embargo entre sus moradores más bien y exclusivamente por el nombre de algún vecino notable vivo o difunto, por alguna profesión u oficio gremial y otras distintas características aceptadas y acomodadas al uso por el pueblo en sí. Famosos fueron, entre otros el de la Barranquera Alta, por San José, el de Las Cruces, en San Juan, el conocido como Pasaje del Molino, de San Roque, el de La Matula, el de El Pambaso, el Callejón del Burro, de San Nicolás... A los que a finales del siglo XIX se vinieron a sumar los de San Lázaro, San Antonio, alguno de Los Arenales, los de Guanarteme y La Isleta. Luego llegaron los modernismos, las nuevas normas de rotulaciones de las vías urbanas de Las Palmas y, por alguna razón y sin mucha imaginativa, se estuvieron aplicando como si fueran un tanto a boleo nombres tomados sin más de algún diccionario manual o, ya más sensibilizada la autoridad competente,nombres del folclore canario, de danzas e instrumentos musicales, de peces, de animales terrestres y de aves, de flora diversa, de signos del zodíaco, etc. Típicos callejones por donde hasta no hace mucho tiempo, además del discurrir continuo de ancianos, jóvenes y niños, perros, gatos, gallinas, asnos, cabras, etc., descendían de mañanita, un día sí y otro también los clásicos cabreros con su ganado lechero pregonado por el alegre tintinear de las esquilas y que vendía de puerta a puerta la recién ordeñada leche de cabra en los "cacharros" o "medidas".

Fuentes de inspiración para diversos artistas, poetas y rapsodas, escritores costumbristas excepcionales cuales los hermanos Millares Cubas, "Pancho Guerra", Pepe Castellano en su papel de Pepe Monagas y Victor Doreste, folcloristas como Sebastián Jiménez Sánchez, Juan del Río Ayala y Néstor Alamo y cronistas cuales Luis García de Vegueta o Martín Moreno... Venero asimismo y musa de pintores como Jorge Oramas, Colacho Massieu, Felo Monzón, Santiago Santana, Cirilo Suarez, el recordado acuarelista Comas Quesada y el veterano y activo Vinicio Marcos Trujillo.

Los motivos de estos callejones singulares que los pintores canarios han recreado plenos de colorido en luminosos óleos y bellas acuarelas suelen ser recogidos, sugerentes y solitarios rincones de callejas laverínticas que se entrecruzan a distintos niveles, a veces adornados de piteras y tuneras por entre las que corretean y hurgan diversos animales domésticos y, en otras ocasiones con empinados accesos de polvoriento piso de tierra apisonada que se enfanga con las lluvias y regadas, mal que bien empedrados, con toscos escalones de cemento más que de cantería de trecho en trecho y que casi siempre terminan en pequeñas explanadas con grupos de casas por lo general terreras orientadas hacia el este, mirando al mar y con la ciudad en sí a sus plantas.

Sitios apacibles y evocadores, tanto de la vida que ya pasó como de la actualidad que allí parece discurrir sin grandes altibajos, sin prisas ni agobios.

Fue el ya citado pintor Vinicio Marcos el que describió lo que hace algún tiempo ha estado pintando, como "ladera abierta del barrio ocupada por espaciadas casas y chiqueros de cabras o cerdos que ofrecían una estampa campesina llena de estridencias y rumores. El callejón de la iglesia cercana disponía de un pilar público donde gran parte de la vecindad discutía con frecuente algarabía y golpeo de cacharros su lugar en la fila. Gozosa impresión de la ladera en los días festivos o mañanas de domingo, donde ningún sonido era más alegre que las campanas del templo". Añadiendo el artista que el callejón viene a ser para el urbanismo moderno algo así como un garabato para la caligrafía, un guiño que hace la historia al presente de las poblaciones.

Los callejones son enigma para quien le es ajeno y poesía y añoranza comprimida para quienes en ellos han vivido.

VEINTE CALLES Y CALLEJONES QUE EMPIEZAN POR "M" EN LA PALMAS DE GRAN CANARIA

por Carlos Platero Fernández



MADERA

Callejón en el Distrito II de Triana, Barrio de San Nicolás.

En términos generales la madera es la parte del tronco, ramas y raíz de árboles y arbustos, situada debajo de la corteza y resultante del crecimiento en grosor. O sea; la sustancia dura de los árboles debajo de la corteza. Y se dice de cualquier trozo de esta sustancia, labrado.

Madera, en el original portugués "Madeira", es una isla de Portugal en el Atlántico, al oeste de Marruecos, cuya capital es Funchal. En Canarias se le llama así a una mata pequeña ramificada y leñosa, de dos a cinco centímetros de alto, hojas ovales, estipuladas, verde grisáceas y flores de color amarillo que se desprenden fácilmente.



MADRESELVA

En el Distrito VII de Escaleritas, Urbanización de Las Torres.

Arbusto trepador de la familia de las caprifoliáceas, con flores olorosas, cultivado como ornamental. Y así se le llama a su flor.



MADROÑO

Callejón en el Distrito II de Triana, Barrio de San Nicolás.

Es un árbol propio de la laurisilva canaria, de hoja perenne, corteza marrón rojizo, hojas oblongas con bordes dentados y fruto de dos a tres centímetros, comestible, de color anaranjado cuando madura.



MAESTRO RODO

En el Distrito VII de Escaleritas, por el Barranquillo de Don Zoilo

Gabriel Rodó Vergés nació en Barcelona en 1904 y falleció en Bogotá, Colombia en 1963. Músico, compositor y director de orquesta. Cursó sus estudios en la Escuela Municipal de Música de Barcelona, realizando entre 1923 y 1925 cursos de especialización en París, pensionado por el Ayuntamiento barcelonés. En 1932 fue nombrado profesor de violonchelo del Conservatorio del Liceo y poco después catedrático de música de cámara y director de la orquesta del mismo. Contratado para dirigir la orquesta de la Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria, el Maestro Rodó, ya casado con la también violoncelista Lupe Sellés y con dos hijos llegó a esta ciudad en el otoño de 1951 y aquí residió y trabajó durante once años, en el transcurso de los cuales, además de dirigir, compuso seis valiosas obras orquestales.

El maestro Gabriel Rodó con su esposa partió para Colombia en la primavera de 1963. En octubre del mismo año, ya radicado en Bogotá falleció de forma repentina a causa de un infarto cuando contaba 49 años de edad.



MAESTRO SOCORRO

En el Distrito I, Vegueta, por el Barrio de San Juan.



MAESTRO VALLE

En el Distrito III, Arenales, por la Barriada de la Ciudad Jardín.

Luis Valle Chiniestra, nació en Villamayor, Zaragoza en 1849 y falleció en Las Palmas en 1928. Compositor y director de orquesta. Ya de niño fue llevado al Pilar de Zaragoza y ejerció de seise y discípulo de música y composición del maestro Domingo Olleta, aprendiendo también a tocar el órgano. Posteriormente se trasladó al Conservatorio de Madrid donde cursó estudios de violín, piano, órgano y composición con profesores de la talla de Emilio Arrieta y Valentín Zubiaurre, siendo condiscípulo de Chapí y Bretón.

A los 21 años Luis Valle fue nombrado maestro de partes y coro del Teatro de la Zarzuela y del Apolo, donde estrenó varias obras líricas, entre ellas la titulada "María", en colaboración con Bretón, componiendo por aquellas fechas su célebre "Serenata española" para orquesta y una "Misa pastorella" que luego agradó mucho en Canarias.

En el año de 1878 fue contratado el Maestro Valle como director de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas, donde ejerció su oficio durante medio siglo, componiendo en el interín unas trescientas obras de música al tiempo que ejercía con entusiasmo la enseñanza musical. Por sus relevantes méritos, hace años que el Ayuntamiento de Las Palmas le nombró hijo adoptivo de esta ciudad, con todo merecimiento.



MAGALLANES

En el Distrito V de La Isleta.

Fernando de Magallanes (148 1521), navegante portugués al servicio de España, que organizó y dirigió una expedición compuesta por las cinco naves "Trinidad", "Victoria", "Concepción", "Santiago" y "San Antonio" con las que salió el 20 de septiembre de 1519 de Sanlúcar de Barrameda y descubrió a finales de octubre del año siguiente el estrecho que lleva su nombre; y más adelante las islas Marianas.

Después de una penosa travesía del Pacífico, Magallanes llegó a las islas Filipinas, donde fue muerto por los indígenas de Mactán, Cebú. Elcano tomó entonces el mando de la expedición y con el navío la "Victoria" y tan solo 31 supervivientes consiguió retornar a España, siendo así el primero en dar la vuelta al mundo.



MAGISTRAL MARRERO

Calle localizada en el Distrito I de Vegueta, por la Barriada del presidente Zárate.

José Marrero y Marrero nació en Firgas el 5 de noviembre de 1874. Estudió la primaria en el colegio de Santo Tomás de Las Palmas e ingresó en el Seminario Conciliar el año 1885, cursando allí toda la segunda enseñanza y Filosofía, Teología y Derecho Canónico. Ordenado sacerdote en 1902 fue destinado a la parroquia de Moya hasta 1915 en que pasó a Santo Domingo de Vegueta y en 1918 obtuvo la Canonjía Magistral de la Santa Iglesia Catedral Basílica. Licenciado en Sagrada Teología impartió clases en el Seminario y desempeñó la auxiliaría de la cátedra de Religión en el Instituto General y Técnico.

Buen orador, de palabra fluida e inteligente también escribió obras como "La Obra de D. Bosco en Las Palmas" y "Panegírico del Beato Juan Bosco" que se publicaron en 1925 y 1929 respectivamente. Inéditos dejó una "Biografía del P. Juanito" que fue cura de Moya en el año del cólera, "Historia de la Parroquia de Moya" aunque algunos capítulos vieron la luz pública en el diario "El defensor de Canarias"; y un conjunto de interesantes "Homilias".

José Marrero falleció en Las Palmas de Gran Canaria el 30 de abril de 1942.



MAGISTRAL ROCA PONSA

Calle localizada en el Distrito VII, Escaleritas, por la Barriada del mismo nombre.

José Roca y Ponsa, eclesiástico, nació en Vich en 1853 y falleció en Las Palmas en 1938.

Magistral de Sevilla, muy elocuente orador sagrado. Escritor fecundo, su obra se encuentra dividida entre finales del siglo XIX y pasado el primer tercio del XX con títulos como "Cuatro palabras sobre un reciente folleto del Licenciado J. Rafael Lorenzo y García titulado Estudios filosóficos sobre la especificación (sic) de los seres por la redención de El Gólgota", "El Señor Licenciado Lorenzo y García ante la Fe y la Razón", "El hijo prodigo", "Oración fúnebre del Dr. D. José Hernández", "¿Cual es el mal mayor y cual el mal menor?", "Vivamos alegres" y "Cristo víctima".



MAHON

En el Distrito V de La Isleta.

Ciudad española, capital de la isla de Menorca, en las Baleares.





MAJADILLA

En el Distrito V de La Isleta.

En Gran Canaria, la "majadilla" como diminutivo de "majada", en el argot propio de los pastores y gente del campo era el cerco provisional que servía para encerrar el ganado, comúnmente cabrío y ovino durante la noche; y donde también se recogían los propios pastores con sus perros. Es también un topónimo muy abundante en esta isla.



MALAGA

En en Distrito I de Vegueta, por el Polígono de San Cristóbal.

Provincia española componente de la Comunidad Autónoma de Andalucía,



MALAGUEÑAS

En el Distrito I de Vegueta, Barrio de San Roque.

Las "malagueñas" son un canto y baile introducido en Canarias en el siglo XVIII; en que se repite un estribillo de cuatro versos octosílabos o, en algunos lugares como en Lanzarote, en forma de quintilla, mientras que los bailadores alternan las danzas en grupo con trenzados, figuras, puentes y corros variados, como en la "isa", con episodios solistas en que la coreografía la realizan un hombre y dos mujeres.



MALFU

En el Distrito V de La Isleta.

Como Malfú a secas y barranco, cañada y montaña es un topónimo en el término municipal de Ingenio.

Algunos dicen que muy posiblemente sea un vocablo aborigen, pero ya corrompido en el transcurso del tiempo. Otros quieren deducirlo de la "mejorana" o "malfurada", una planta.



MALTA

Callejón en el Distrito II de Triana, Barrio de San Nicolás.

Además de llamársele así a la cebada germinada, para fabricar cerveza y, a veces, para hacer un sucedáneo de café y también a cierta cerveza negra, Malta es la isla principal de un pequeño archipiélago, del que forman parte también las islas de Gozo y Comino, en el Mediterráneo y entre Sicilia y Africa.



MALTESES

Así se llama una de las calles más antiguas de las localizadas en el barrio y distrito de Triana, que ya aparece trazada en los primeros planos de la ciudad de Las Palmas fechados a finales del siglo XVI y que, parece ser, ha sido una de las que menos alteraciones ha sufrido con el paso del tiempo.

Se decía de ella que era la que iba a San Francisco desde la Mayor de Triana o la que, "bajaba del monasterio del Señor San Francisco a la Real de Triana". No obstante, se ha escrito que hubo un tiempo en que a esta vía urbana se la denominó como "la del agua", o "de la Acequia" por una que corrió en su parte más occidental con el líquido elemento que antes habría corrido por las huertas y conventos, de monjas de Santa Clara y de frailes, de San Francisco. Es por ello que así lo indicó en su "Nomenclátor de calles y plazas de Las Palmas" Carlos Navarro y Ruiz diciendo al respecto que unos mercaderes de Malta, atraídos por la riqueza de la isla, por su excelente y saludable clima y por el buen carácter de sus habitantes, se establecieron tranquilamente en Las Palmas, adquiriendo sus negocios alguna importancia cuando la buena calle en que se instalaran recibió de ellos su nombre, conservado a través de los tiempos, "a pesar a haber desaparecido en una ocasión".



MALVASIA

En el Distrito VII de Escaleritas, Urbanización Las Torres.

En Lanzarote la malvasía es una clase de uva muy dulce y fragante. Y, por consiguiente, también se le llama así al vino que se hace con ella. Se dice que esta clase de uva es originaria de Monenvasie o Malvasie, en la costa griega de Laconia, por el Peloponeso o península de Morea. Hoy este tipo de uva es común a otros países mediterráneos y se ha aclimatado hace ya siglos en las islas Canarias.



MALVAVISCO

En el Distrito VII de Escaleritas, Urbanizxación Las Torres.

El malvavisco es planta malvácea cuya raíz se usa como emoliente.



MALLORCA

En el Distrito VI de Schamann, Urbanización de Los Tarahales.

Es una isla mediterránea española, la mayor de las Baleares. La capital de es Palma de Mallorca.



MANDOLINA

En el Distrito I de Vegueta, Barrio de San Roque.

Es un instrumento músico parecido a la bandurria, de caja abombada por debajo como el laúd, con 4 ó 6 cuerdas pareadas, dispuestas como las del violín; se toca con púa o plectro.



MANINIDRA

En el Distrito II de Triana.

Esta calle hasta hace poco considerada como callejón por su estrechez y que ha sido ampliada con una última remodelación de sus márgenes, en el pasado fue conocida de forma muy genérica como "el callejón del convento" o "de San Francisco" puesto que daba a la vetusta y ya desaparecida edificación o, mejor, a gran parte de su huerta contorneaba por su lado norte. Y se le conoció también como "el de Orihuela" u "Origüela" pues gentes de dicho linaje tuvieron lindando con él casas y huertas. Durante centenares de años parece ser que fue lóbrego y a veces enfangado camino que conducía de los riscos de San Francisco a Triana y a San Telmo, similar en algún tramo al de la Vica que solía discurrir más al noroeste, bordeando parte de las huertas del convento de las monjas bernardas.

Ya a principios del siglo XX, a esta calle, que como se ha indicado a finales de los años sesenta sufrió grandes transformaciones se le impuso el nombre de Maninidra, que fue un indígena de Gran Canaria, guayre del faycanato de Telde, que, se dijo, tuvo su residencia habitual en el poblado de Las Cuatro Puertas y el que, aunque en principio se opuso a la impuesta regencia de Doramas en el reino teldense, luego fue uno de sus más fieles colaboradores hasta la muerte del héroe en los campos de Arucas. Sobrino o, según algunos cronistas hermano del último rey de Gáldar Tenesor Semidán que se bautizó con el nombre de Fernando Guanarteme y con el que estuvo por Calatayud ante los Reyes Católicos. Como Pedro Maninidra comandó una compañia de indígenas de las islas ya cristianados cuando lo de la conquista de Tenerife, isla en la que luego recibió datas de tierras y aguas como conqistador y en ella se residenció.

Hace unos años se pretendió cambiarle la rotulación por el nombre del Doctor Juan Millares Bosch pero, ante la oposición vecinal, se dejó como está actualmente.