25 de agosto de 2009

CALLEJUELAS YA DESAPARECIDAS: LA BOTICA VIEJA, EL ESTUDIO Y CIGALA

Es de suponer que, simultáneamente a la expansión del barrio embrionario que originó a la ciudad de Las Palmas ya a principios del siglo XVI, en su núcleo más antiguo se hubieron de realizar diversas modificaciones, como, por ejemplo, la apertura de nuevas vías de comunicación urbana, al mismo tiempo que se hubieron de cerrar otras callejuelas y callejones innominados, sobre todo en las proximidades de la plazuela de San Antón. Tal fue el caso de una adyacente que fue cerrada por el año de 1522 y parcelada la superficie resultante y repartida a los propietarios de las casas contiguas. Se llegó a citar a un callejón, enfrente de la ermita, que fue cerrado, en el que había vivido un tal Juan de Herrera. Algunas de aquellas callejuelas hoy desaparecidas fueron: La de la "Botica Vieja" que, según informaciones diversas parece ser que, en sentido paralelo a la que hoy conocemos como de Los Reyes Católicos y perpendicular a la actual de Espíritu Santo, se abría, casi frente a la puerta lateral Sur de la Catedral de Santa Ana que da acceso al conocido como Patio de los Naranjos hoy convertido en Museo Sacro y que en dirección Sur se llegaba hasta la calle rotulada actualmente como del Doctor Chil; y, por lo visto, solía ser camino transitado por donde discurrían los vecinos que acudían a misa a la Parroquia Vieja del Sagrario, o sea la antecesora a la misma Catedral. Y aún, según indicios, aquella calleja cuya denominación popular denotaba que por la zona hubo una botica, se prolongaba por el lado del naciente de la Iglesia del Seminario de la Purísima Concepción entonces, hoy conocida como de San Francisco de Borja o de Los Jesuitas, hasta desembocar, poco más o menos en la calle que hoy conocemos como de López Botas; si bien, aquel último tramo era muy estrecho, por lo que acaso, más que un callejón fuese una simple serventía de las huertas como las de aquel vecino señor Romero que fue el que donó los terrenos para la indicada iglesia de la Purísima.

En los primeros planos que se hicieron de la ciudad de Las Palmas, los conocidos de Torriani y de Casola, a finales del siglo XVI, se identifica perfectamente el callejón conocido como de El Estudio, hoy ya desaparecido. Dicho callejón, cuyos límites afectaban una forma perceptible irregular, arrancaba desde la esquina del Sur-naciente de la Catedral y seguía en pronunciado ángulo hasta cerca de la actual Plaza del Pilar Nuevo, poco más o menos sobre el solar que hoy ocupa la placetilla de José María de León y las gradas adyacentes en un rincón del exterior del templo catedralicio. También se ha supuesto por algún estudioso que este callejón pudo haber sido una especie de continuación de la asimismo ya desaparecida calle de La Botica Vieja y que comunicaban ambos a las huertas de la Vegueta con la primitiva parroquia del Sagrario adyacente a la Plaza de Los Alamos.

La calleja de Cigala, apellido éste de origen valenciano pero oriundo de Génova, y, ciertamente, fueron genoveses mercaderes los que a Canarias lo trajeron, se localizaba en los alrededores de la Catedral Vieja y fue absorbida por el trazado de la planta de lo que por mucho tiempo se le llamó la Iglesia Vieja o del Sagrario, sustituta de la pequeña ermita de San Antón y anterior a los cimientos de la actual Catedral. El apellido, convertido en Sigala a veces, todavía se conoce y usa en esta ciudad.

22 de agosto de 2009

El extenso callejero palmense

ALGUNAS NOTAS ACERCA DEL EXTENSO CALLEJERO PALMENSE

Por Carlos Platero Fernández



Desde hace algún tiempo, y con muy buen criterio, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria viene rotulando con letreros sobre atractivos azulejos algunas de las calles más emblemáticas de la ciudad, no solo con su nombre actual sino con aquellos por los que se la conoció en el pasado; sobre todo anteriores a la moda, luego costumbre, que floreció a partir de mediados del siglo pasado, de aplicar mayoritariamente nombres y apellidos de más o menos destacados políticos.

Muchas de las rotulaciones antiguas, por las que el pueblo conoció a plazas, plazuelas, calles y callejones han sido colocadas al lado del nombre actual.

Con respecto al callejero palmense, aquí debe de indicarse que en los siglos pretéritos parece que nadie se preocupó de hacer relación detallada de las calles y, mucho menos, de los numerosos callejones de la ciudad.

Si bien, cronistas diversos en alguna ocasión lo intentaron, pero siempre nombrando tan solo a las vías principales y, excepcionalmente, ya en pleno siglo XIX en algún padrón municipal de habitantes, como el primero de su especie que yo conozca, del año 1835, en el que incidentalmente se extiende y detalla gran parte de la nómina callejera capitalina.

Ciento y pico de años más tarde se dio a la luz pública el "Nomenclátor de calles y plazas de Las Palmas" del cronista de entonces Carlos Navarro Ruiz, primero y único en su género hasta el momento actual, descartando algún intento fallido de plagiarle. Según toda la documentación conocida al respecto induce a creer, fue en el mes de junio de 1478 cuando, por mandato expreso de los Reyes Católicos, Juan Rejón fundó en la isla de la Gran Canaria lo que, a lo que se sabe, no pasó en sus principios de ser un simple reducto militar, campamento fijo, remedo de caserío amurallado o empalizado, erigido en la margen derecha del Guiniguada que por aquel entonces era amplio cauce y desembocadura al mar de susurrante riachuelo. Aquel blocao bautizado como El Real de las Tres Palmas, por ser tres las que destacaban en el conjunto arbóreo elegido ocupó un destacado montículo y en el que entre la boscosa vegetación había algunas chozas o cuevas de los isleños aborígenes. Así lo dijo el historiador cronista: "Los castellanos cavaron su torre, hisieron cassas derribando palmas para tablas y vigas, dexaron tres de grande altura que después quedó la una con otras pequeñas por memoria y aquélla servía de los surgideros a las embarcaciones y a los que pescaban a naza". El recinto primitivo estuvo contenido dentro de una tosca muralla alzada prestamente con diez tapiales, constituida de piedras, barro y troncos de árboles y que comprendió, en síntesis, un amplio almacén, algunas rústicas edificaciones para viviendas y una sencilla ermita dedicada a la advocación de Santa Ana, en el mismo sitio de la que con el tiempo la reemplazó y se conoce hoy en día como de San Antonio Abad; que, además, contó con un torreón, burdo remedo de fortaleza desde donde poder ofender y, llegado el caso, defenderse de los ataques que pronto se sucedieron, de los indómitos isleños.

Desde el año de 1483, al campamento fijo inicial de junto al Guiniguada, ya convertido en villorrio de varias callejas, algunas empinadas desarrolladas alrededor de una o dos plazuelas y la ermita se le denominó villa del Real de Las Palmas, continuándose con su planificación urbanística que recordaba a las poblaciones medievales europeas. A partir del año de 1515, la reina Doña Juana la Loca le otorgó el título a perpetuidad de Muy Noble y muy Leal Ciudad de Las Palmas.

Porque, el conglomerado de estrechas callejuelas con más o menos rústicas e improvisadas viviendas pronto se expandió por lo alto de la pequeña loma y el llano adjunto, conjunto al que se le llamó en principio La Vegueta de Hernán de Porras, un conquistador por allí asentado cuando el reparto de tierras y aguas efectuado por Pedro de Vera a sus seguidores como premio a los servicios de armas prestados en la sumisión de la isla. Y, salvándose para ello el riachuelo Guiniguada con algún provisional pontón de maderas sobre piedras, surgió a la izquierda del barranco el barrio denominado de Triana, al parecer por algunos marineros andaluces que con sus familias y pertenencias por allí se aposentaron, casi en la orilla del mar. Se ha estimado que a finales del siglo XVI y principios del XVII habitaban en la ciudad de Las Palmas unas tres mil y pico de personas. En el año de 1676 yase contaba con 5.224 habitantes. Y diez o doce años más tarde, con 6.114. Que en el año de 1742 ya eran 9.000. Y en el de 1787, la población era de cerca de 10.000 habitantes. Sin embargo, también se informó alguna vez que, concretamente en el año de 1808, la población de Las Palmas estaba tan solo compuesta por 8.096 almas.

El primer padrón nacional municipal llevado a efecto entre los años de 1835 y 1836 comprendía por el barrio de Triana unas treinta y cuatro vías, entre calles y callejones. Y el de Vegueta treinta y ocho. Cierto es que solo se informó de los cuatro sectores más destacados de la población y no se incluían las callejuelas, callejones y travesías de las, cada vez más, populosas barriadas de Los Riscos y de las afueras de la ciudad amurallada, casi nunca reflejados en los documentos de la época.

En un manuscrito anónimo de mediados del siglo XIX se informó que la ciudad de Las Palmas contaba con "treinta y ocho calles, diez y nueve en la zona de Triana y veinticuatro en la de Vegueta (que al sumarse, dan en realidad un total de cuarenta y tres), además de treinta y un callejones, doce en Triana y diez y nueve en Vegueta" y seis plazas y una alameda.

A mediados del indicado siglo XIX, la ciudad contaba con 17.382 habitantes, divididos o repartidos entre 4.346 vecinos o "fuegos". Por el último tercio, cuando dio comienzo en verdad la expansión de la ciudad que ya contaba con una extensión de unos seis kilómetros a la orilla del mar, su población oscilaba entre veinte y veinticinco mil almas ocupando todo tipo de viviendas y numerosas cuevas-vivienda, desparramadas en callejones escalonados, existiendo también travesías, callejuelas y rincones innominados, conocidos más bien por el nombre de algún vecino vivo o ya difunto, notable, por alguna profesión u oficio gremial y por otras varias características aceptadas por el pueblo.

A partir del último tercio del siglo, con la gran expansión de la ciudad que se desbordó de su secular cinturón amurallado y de defensa, al principio por la parte norte y luego por la del oeste montañoso e inaccesible hasta entonces, primero en la bahía del Confital y bordeando la prolongada y singular playa de Las Canteras creándose el populoso barrio de Guanarteme y luego, ya en el presente siglo, sobre los altozanos o montañetas del poniente que la limitaban circundándola y que iban a constituir lo que acabó denominándose de forma genérica la Ciudad Alta con las barriadas de Escaleritas, Schamann y Las Rehoyas; así como, al sur, por las vegas de plataneras de San José y San Cristobal.

A principios del siglo XX laiudad de Las Palmas tenía censados a 44.517 habitantes. Y, por el año de 1900 ya Las Palmas contaba con más de cien calles y bastantes callejones y callejas, plazas y plazuelas que, en conjunto, alrededor de diez años más tarde eran ya unas ciento cincuenta vías, algunas de ellas detalladas, repartidas en siete distritos administrativos y éstos en diez y ocho barrios.

A finales del primer tercio del siglo XX la evolución demográfica en la ciudad iba en aumento y ya eran 92.193 sus habitantes de derecho.

La nómina o nomenclátor por tales épocas, no se alteró de forma notable durante más de dos décadas. Aunque,sí, debido a los movimientos que en el transcurso de ellas se sucedieron, se borraron nombres que se sustituyeron por los que luego se conocieron por mucho tiempo; pero que también han sido suprimidos con el advenimiento de la democracia en España. Por otra parte, a partir del año de 1940 se empezó, por fin, a urbanizar lo que en principio se proyectara con el nombre de Barriada de Carló y que terminó siendo la Ciudad Alta.

El hasta entonces considerado como casco histórico municipal, al agregársele en el año de 1939 el pequeño municipio adyacente de San Lorenzo y Tamaraceite, a partir de la década de los años sesenta incluía ya, no solamente a la Ciudad Alta, Guanarteme y Las Rehoyas sino también el Lomo Apolinario y Los Barrancos, incrementándose o expandiéndose de una forma considerable por el surgimiento urbanístico de nuevos barrios, urbanizaciones residenciales e industriales y núcleos de población periféricos que se han extendido por todo el término municipal actual que cubre una superficie de 100'55 km2, limitado, además de, en gran parte por el litoral costero al norte y este, al noroeste los linderos de los municipios de Arucas y Teror y al suroeste y sur por los de Santa Brígida y Telde.

Aunque, ciertamente, el conjunto de la ciudad propiamente dicha es de una superficie de unos 25 km2. y el resto lo conforman las numerosas entidades de población, unas más extensas que otras, tendentes a veces a unirse por medio de nuevas vías urbanizadas o separadas entre sí por terrenos actualmente baldíos en áreas clasificadas antes como rústicas y ahora urbanizándose con nuevas y nacientes barriadas.

Alrededor del año de 1950, en un callejero urbano de aquellas fechas ya se relacionaban hasta novecientas ochenta y ocho, entre calles, callejones y plazas, incluidos los nuevos barrios del sector de la indicada Ciudad Alta y que son comparables con las nuevas rotulaciones que se fueron reflejando en las distintas propuestas transcritas en actas de sesiones municipales del entonces.

En el año 1950 el censo de empadronamiento del Ayuntamiento capitalino daba la cantidad de 153.262 habitantes, que en 1970 eran 287.938, en 1981 366.454, en 1986 372.270 y en 1991 360.483.

Los datos oficiales estadísticos del censo de población de Las Palmas de Gran Canaria al día 1 de enero del año 1993 dieron en el censo 178.443 hombres y 184.202 mujeres, con un total de 362.645 habitantes de derecho en el municipio, repartidos en unas 94.000 familias aproximadamente y una densidad de 3.606'61.

Con respecto al número de las calles de Las Palmas de Gran Canaria, en el día de hoy, la cifra oficiosa que se recoge, tanto en las estadísticas pertinentes como en callejeros guía manejados sobre todo por el turismo y confirmado según relación oficial municipal de junio de 1995, es de dos mil trescientas poco más o menos, entre plazas, parques, avenidas, calles, callejones y travesías. Con un medio millar aproximado de kilómetros de todas estas vías públicas. Resumiendo: Actualmente el municipio palmense está dividido en los nueve distritos administrativos denominados Vegueta, Triana, Arenales, Santa Catalina, Isleta, Schamann, Escaleritas, Tamaraceite y Tafira, siendo estos dos últimos los de mayor extensión superficial. Y comprendiendo cada uno respectivamente los barrios, polígonos industriales y residenciales, urbanizaciones y entidades de población siguientes:

El I, con los barrios, urbanizaciones y polígonos de VEGUETA, San Cristóbal - Tenerías, Pedro Hidalgo - Hoya de la Plata, Zárate, San Juan, San Roque, polígono Vega de San José, El Lasso, San José y La Laja.

El II, al que corresponden los barrios y urbanizaciones de TRIANA, San Nicolás, Míller Bajo, La Paterna, Lomo Apolinario y San Francisco.

El III, con los barrios de Fincas Unidas, Canalejas, Lugo, Ciudad Jardín y Alcaravaneras.

EL IV, que comprende a SANTA CATALINA, Canteras - Parque y Guanarteme.

El V, comprendiendo todo el distrito de La ISLETA y la barriada de Las Coloradas.

EL VI, que abarca gran parte de la Ciudad Alta, barrios y urbanizaciones de SCHAMANN, El Polvorín, San Antonio, Las Rehoyas, Los Tarahales, Cuatro Cañones y Cueva - Torres.

El VII, también en la Ciudad Alta, con las zonas residenciales y barriales y urbanizaciones de Altavista, ESCALERITAS, Feria del Atlántico, Las Torres, El Cardón (o Era del Cardón), Barranquillo de Don Zoilo, Carretera de Chile,ySiete Palmas.

Estos siete Distritos administrativos capitalinos, entre avenidas, calles, callejones, paseos, alamedas, plazas y plazuelas suman actualmente la respetable cantidad de unas mil trescientas setenta y siete vías urbanas.

El Distrito VIII está compuesto por las entidades de población de TAMARACEITE, Casas de Abajo, La Galera, La Guillena, La Herradura, Jacomar, Llanos de Cobranza, Llanos de Marrero, Lomo los Frailes, Las Perreras, Las Majadillas, La Dehesa, San Lorenzo, Los Barriales, La Cancela, Cortijo de los Ríos, Las Cuevas, El Drago, Dragonal Alto y Bajo, El Pintor, El Roman, La Solana, Timbomba, La Tosca, El Zardo, Los Giles, Cuevas Blancas, Tenoya, La Cazuela, La Milagrosa, Los Caideros, El Cortijo, Las Labradoras, Lomo Corcobado, Lomo Galgar, Maipez, Mazapez, Los Roquetes, Los Altos, Zarandilla, Las Mesas, Los Sifones, Casa Ayala, Cañada Honda, Costa Ayala, Lomo del Bicho, Risco Quio, El Rincón, Siete Puertas, La Palma, Almatriche, Cuesta Blanca, Cuesta Chica, Fuente Morales, Lomo El Diviso, El Pedregal, Hoya Andrea, San José del Alamo, Cuesta de Las Palmas, Lo Blanco, El Morejón, Risco Jiménez, El Toscón, Montaña San Gregorio, Piletas, Risco Negro, La Suerte y Llanos de María Rivera; con un total de cuatrocientas vías urbanas entre plazas, calles, callejones, caminos, etc.

Y el Distrito IX, compuesto por las entidades de población de Lomo Blanco, Lomo Verdejo, TAFIRA Baja, El Fondillo, Pico Viento, Zurbarán, Tafira Alta, Marzagán, Cuesta Ramón, El Roque, Los Hoyos, El Secadero, La Matula, Salto del Negro, Lomo Berdión, La Calzada, Jinamar, La Montañeta, Hoya del Parrado, San Francisco de Paula, El Sabinal, Lomo del Capón, Barranco Seco, Bandama y Los Lirios, cuyas avenidas, calles, callejones, plazas, paseos y caminos suman un total de trescientas y pico vías urbanas.

En resumen, que el conocimiento, aunque sea somero, pero detallado del nomenclátor de las calles, plazas, etc. de Las Palmas de Gran Canaria ha de deparar noticias anecdóticas múltiples y a veces aún sorpresivas por desconocidas hasta ahora.

El tema puede resultar sumamente atractivo por lo curioso y es el que a partir de aquí se va a acometer, pretendiendo continuar actualizando la labor iniciada al respecto hace más de medio siglo por el entonces cronista oficial Carlos Navarro Ruiz todavía no superada. La de dar a conocer al público lector isleño la historia, la biografía, la noticia de quienes aportaron su nombre a muchas de las calles en las que se habite o se transiten, así como facilitar descripción adecuada de aquellos otros variados que rotulan las restantes, todas incluidas en el callejero o nomenclátor palmense.





















.- EL PERIMETRO DE LA CIUDAD DE LAS PALMAS A FINALES DEL SIGLO XVI



Como ya es bien sabido, alrededor del día 24 de junio del año 1478, el capitán castellano Juan Rejón, después de haber desembarcado con sus tropas por la bahía del Confital y concretamente por el Puerto del Arrecife, haber oído mañanera misa en las playas de Las Isletas, recorrer los arenales bordeando las dunas y, en fin, después de haber pernoctado en la ladera oriental de la montañeta de San Francisco, atravesó el cauce del riachuelo Guiniguada y, se dice que milagrosa o sabiamente aconsejado, levantó lo que fue campamento militar fijo, cerca de la costa, en un altozano recubierto de profusa vegetación entre la que descollaban tres airosas palmeras, por lo que a aquel blocao hecho de tapiales y maderos, recinto atrincherado, con un torreón de defensa y almacén de armas y víveres se le denominó El Real de las Tres Palmas. Que desde el final de la conquista de la Gran Canaria, el embrión urbano del caserío formado fue la Villa del Real de Las Palmas y, a partir del año 1515, la Muy Noble y Leal Ciudad de Las Palmas, como rezó en el escudo heráldico oportuno y en los documentos fehacientes de la época que se conservan. Después de aquel comienzo, con el primer reparto de tierras y aguas efectuado por Pedro de Vera al finalizar la conquista, el incipiente casco urbano se fue desarrollando pronto alrededor de una sencilla ermita levantada en honor de Santa Ana y que muy pronto pasó a denominarse de San Antón, bajo la advocación de San Antonio Abad, al iniciarse los cimientos de la futura Catedral de Santa Ana o iglesia del Sagrario a la vera de la plazuela de Los Alamos, que con el tiempo ha desaparecido a causa de diversas reformas y urbanizaciones de la zona. Y la futura ciudad empezó a conformarse a ambos lados del Guiniguada, primero en la loma de las palmeras y luego por la vega adyacente que se extendía hacia la montaña de Santo Domingo y que se conoció como La Vegueta de Hernán de Porras, en donde pasó a residir la nueva nobleza o aristocracia de los conquistadores, los mercaderes y la curia eclesiástica, tales como los Fontana, Vega, Lezcano, Cerpa, Padilla, Mujica, Peñalosa, Pello, Riberol, Sotomayor, Vachicao, Vera, etc. Y, salvando el cauce del anchuroso barranco, ya a principios del siglo XVI, el nuevo barrio de Triana, más modesto, ocupado al principio tan solo por los religiosos y servidores del monasterio de San Francisco y un grupo de labradores y marineros que, parece ser, eran de procedencia andaluza.

Según el primer plano que se conoce de la ciudad de Las Palmas, confeccionado por el ingeniero italiano Leonardo Torriani alrededor del año 1590, el perímetro urbano de entonces era, poco más o menos, delimitado por una línea imaginada que, arrancando en la zona de Triana desde la entonces salida al mar de la calle hoy conocida como de Constantino en la costa este, siguiera hacia el sur por lo que actualmente es la calle de Francisco Gourié y, cruzando la desembocadura del barranco girara levemente hacia el SE y llegara a un antiguo reducto de defensa localizado por donde hoy es la zona oriental del Mercado de Vegueta, siguiendo la actual calle del Alcalde Díaz Saavedra y entrando en la Avenida Marítima del Sur hasta llegar al final de la muralla este del Colegio de los Jesuitas, doblando allí hacia el oeste, hasta donde está la clínica de San Roque y luego, otra vez hacia el sur y suroeste hasta la calle de Diego A Montaude, a seguir en todo su recorrido, doblando al final en dirección norte hasta la confluencia de las calles de Hernán Pérez con la de Toledo y desde allí, por la parte trasera de la iglesia de Santo Domingo, hasta la confluencia de la calle actual de Sor Brígida Castelló con la de Sor Jesús, por la Portadilla de San José y, girando una vez más pasando por donde se alza el Hospital de San Martín y lo que es la calle Jordán salir al Guiniguada por el extremo oeste de El Toril con nuevo giro aquí hacia el este y, poco antes de llegar a la calle de Doramas, cruzar otra vez el cauce del barranco frente al Terrero, a la altura de la actual calle del Párroco Artiles, llegándose hasta la bajada de San Nicolás y descender hasta más abajo de San Justo para girar una vez más a mitad de la calle aproximadamente en la misma dirección que la calle del Doctor Déniz, bordear el campanario del antiguo convento de la iglesia de San Francisco y por los terrenos del actual Conservatorio llegar a la calle Maninidra, girar hacia la de General Bravo y seguirla hasta pasar San Bernardo y entrando en la de Pérez Galdós descender por lo que es actualmente la calle de Perdomo y con breve giro hacia el sur acabar enlazando con la calle Constantino en su extremo occidental. Perímetro que ciertamente muy poco se alteró en las centurias siguientes, hasta mediados del siglo pasado. En principio, tan solo dos murallas defendían a la incipiente ciudad. La de la parte norte, que, arrancando de un torreón con pequeña plataforma para la posible artillería, que bajaba desde la montaña de San Lázaro al oeste, hasta el mar, por lo que se conoció como el Charco de los Abades, con un trazado igual a la actual calle de Bravo Murillo, con una gran portada de acceso a la altura del comienzo hoy del Parque de San Telmo, rematada en un torreón que se denominó luego como de Santa Ana. Y la muralla del sur, levantada por orden del Gobernador Melgarejo alrededor del año 1530 y fue reconstruida en 1565 por el Capitán General Alonso de Avila y Guzmán, que arrancaba en lo que hoy se conoce como Placetilla de los Reyes, en Vegueta, conocido al principio el paraje como el Campo del Quemadero y también alguna vez como el de La Cruz de la Horca y que acababa en la marina pedregosa, aproximadamente a la altura del terreno en que se enclava el cementerio Municipal de Las Palmas, con las Portadillas de Los Reyes y de San José donde se iniciaban los tortuosos caminos de herradura que conducían al sur, posteriormente, aquella muralla se llegó hasta la Montaña de Santo Domingo al oeste. Y aquellas dos toscas murallas de apenas tres metros de altura y no mucho grosor fueron durante varios siglos las que en verdad marcaron a uno y otro lado los límites urbanizados de la ciudad. Además, desde finales del siglo XV, construido entre los años de 1492 y 1494 bajo el mandato del general gobernador Alonso Fajardo, a unos cinco kilómetros al norte de la ciudad existía un pequeño fuerte de planta cuadrada con plataforma para la artillería y cerca del cual había unas cuantas casas conocidas como las del Corral de Henriquez. Allá por el año de 1599, la ciudad de Las Palmas estaba conformada por unas 53 calles, callejas, callejones, plazas y plazuelas, de las cuales más de un 10 por ciento, aunque identificadas, han ido desapareciendo por mor de diversas ampliaciones y reformas urbanísticas.