28 de junio de 2010

A modo de prólogo

por Carlos Platero Fernández



No hace mucho se me ha pedido una especie de prólogo para un puñado o haz de cuentos sainetescos, si es que aquí cabe tal definición, boladas (con b ) o chistetes, embriones de un teatro popular canario

Poemario y noticia que yo accedí gustoso a pergeñar, al hilo de algunas ideas que se me ocurrieron al respecto.

En principio el indicar que es bien conocido ya que el cuento, de por sí narración breve, si escrita, generalmente en prosa siendo uno de sus rasgos característicos su corta extensión, en cuanto a cuento popular pertenece por entero al saber tradicional del pueblo, en donde nace y se desarrolla. Es decir; depende de eso que se ha dado en llamar en estos últimos tiempos , quizás algo abusiva y reiterativamente por un mimetismo seudo literario no siempre correctamente aplicado, el folclore del pueblo y que la mayoría de las veces se intercala o mezcla con los usos y costumbres, las fiestas, bailes, canciones y decires tradicionales que han venido desde siempre de generación en generación.

Aunque, es de significar también que en tratándose del cuento popular que nace en una tradición y se transmite por lo común oralmente, y por ende , salvo muy determinadas excepciones se le suele tener en principio por anónimo en cuanto a determinar autor, creado por el pueblo y por el conservado y transmitido, a veces transformado, actualizado de alguna manera con el paso de tiempo pero manteniendo siempre un fondo común, conservando intrínseco todo su valor, colorido y poder de acaparar la atención del público, de los lectores u oyentes a quienes vaya dirigido. Y en todo caso, lo que a veces puede o debe de haber de variante al narrar o reconstituir del mismo es de imponer a lo que relata un estilo, una especie de sello propio característico o personal.

Quienes del tema se ocupan suelen opinar que el ”cuento” canario es en una de sus variantes aquel”chiste”, “chascarrillo” que puede ser un relato más o menos corto o largo que deja entender un doble sentido o contiene una alusión burlesca o algún disparate o momento vivencial que provoca risa. También, que suele ser similar al”chascarrillo” castellano, de “chasco” voz onomatopéyica, que es en definitiva la anécdota ligera y picante, cuento o cuentecillo agudo, acaso de sentido equívoco y siempre tendente a ser gracioso. Puede ser todo esto y es, naturalmente, mucho más, en cuanto a cuento en sí.

Pero estimo que antes de proseguir debo de tratar de hacer aquí aunque sea una ligera disquisición acerca del cuento, sea particular y específicamente canario o no para así aclarar algo más este concepto, como se puede observar, en sí tan genérico.

El vocablo “cuento”, procedente del latín “computus” que significa precisamente “cuenta” es, entre otras acepciones la acción y el efecto de contar, de narrar o relatar, que es el referir de palabra, por escrito, con imágenes u otros signos o símbolos un suceso, una estampa, una vivencia o un recuerdo, sea verdadero o imaginado. Es decir: narración breve, escrita generalmente en prosa siendo uno de sus rasgos más característicos el de su corta extensión. Entre los dos conceptos genéricos en que se suele encasillar al cuento, es el que interesa ahora y aquí el que comprende más que al popular, gracioso y satírico, al literario que ya pertenece más bien al propio teatro, al de la comedia antes que al dramático; al de teatro costumbrista, en este caso al específicamente genuino canario, convertido en “entremés”, aquella obra escénica jocosa, de un solo acto que antaño solía representarse entre dos jornadas de la comedia a interpretar, como entretenimiento o diversión

El entremés, ya se ha dicho, se nutre principalmente de dos fuentes: la de la sociedad a la que satiriza jocosamente y la de la literatura oral y escrita con la que suele presentar analogías y diferencias; y se alimenta del cuento gracioso, narración o anécdota cómica, de tipo folclórico en muchos casos

. Es decir, que sin dejar de ser el ancestral cuento, en el caso que aquí interesa se deberá de considerar ya como “sainete”, pieza teatral dramática chistosa o graciosa, en un solo acto y por lo general de carácter popular. Considerándose que la diferencia entre el sainete y el entremés es mínimo, radicando en el lugar de inserción en la comedia, a partir del siglo XVIII se le dio carácter costumbrista y una particular relevancia se convierte ya en breve pieza teatral narrativa, de carácter jocoso cuando no burlesco, a veces con marcado acento sentimental, cuyo origen en nuestro lenguaje castellano dialectal se encuentra en los clásicos entremeses. Y que, parece ser es el estilo en que se deberán de encuadrarse y comentarse ciertos escritos sainetescos porque creo yo que de cuentos en su concepción y origen revertieron por si mismos en indudables sainetes, en escenas breves o historietas, generalmente cómicas para ser intercaladas, o no, en la acción teatral pertinente y a las que alguna vez se las ha estado denominado inapropiadamente “apuntes” con el anglicismo de ”sketch” y aún, “gag”,sin serlo.

Investigadores varios y `psicólogos que han estudiado de alguna forma a la personalidad peculiar y singular del ente canario coinciden en que, frente a las dificultades que puedan surgir sobre él como pueblo insular, hay el gran recurso de recurrir al humor, jovialidad y agudeza que caracterizan al pueblo canario; fino humor a veces hasta sarcástico e irónico que encubre, acaso cierta intrínseca melancolía pero saludable y terapéutico. De lo que se ha dado en considerar y denominar como de un verdadero sabor costumbrista isleño. Sabor que en la actualidad y en la mayoría de los casos está ya lamentablemente, si no del todo olvidado, si arrinconado en el recuerdo, en la memoria de la gente de mayor edad y más bien desconocido de las jóvenes generaciones. Y no es ello precisamente por falta de material literario y didáctico escrito al respecto, que, haberlo, haylo.

Porque, necesario es el reconocerlo, existen hoy en día buenos tratados, específicos y de fácil acceso al público en bibliotecas públicas y algunas privadas acerca del singular léxico canario: Diccionario diferencial del español en Canarias y El Tesoro Lexicográfico de lo mismo, Diccionarios de Canarismos , por citar algunos ejemplos y, desde hace algunos años, velando sobre todo ello la Academia Canaria de La Lengua, centro dedicado a fomentar y estimular el estudio científico de las modalidades lingüísticas de Canarias. Aunque, un tanto pesimista al respecto, tengo para mí que estos singulares tratados y enjundiosos estudios son mayoritariamente desconocidos de la gente joven y estudiantil y, acaso también de la menos joven que apenas lee, como no sean los periódicos de noticias actuales, los deportivos y las revistas del corazón, en estos tiempos de la informática, del transistor, del móvil y de la omnipotente televisión.

Y suelen ser los que hay, excelentes libros y tratados, sesudos reportajes y artículos periodísticos o revisteriles que nos recuerdan entre otras cosas del pasado a aquella particular forma de hablar, a aquel léxico insular costumbrista que en las pasadas centurias aún se hablaba en corralas, portones y barrios de los más típicos de las ciudades isleñas y en los pueblos, villas y pagos o caseríos, que supervivió hasta no hace muchos años, cuando por mor de la industria turística que nos sobrevino se fue abandonando la ancestral agricultura y la pesca artesanal, los poblados de la costa y los caseríos del interior como moradas habituales para súper poblar las ciudades y los focos turísticos de nuestras playas convirtiéndolos en macro urbes absorbentes, en los que ya parece que el alma y ser de nuestros mayores agoniza y se apaga. Perdiéndose así nuestra peculiar forma de hablar, típica y popular, sobre todo de aquellas gentes del agro y del mar canarios, del “mago”, el “mauro”, el “roncote” o “chacalote” que en principio aún heredaron sus descendientes, ya ciudadanos, habitantes de las barriadas que en torno a las poblaciones históricas o al borde de las playas hasta entonces vírgenes se estuvieron conformado, al principio en lenta y luego vertiginosa metamorfosis.

Aquel léxico insular costumbrista que en todas las islas hasta no hace muchos años caracterizó al habla más típica y popular heredada. Formas literario-orales que en los inmediatos tiempos pasados han sido las

“caídas”, que eran las frases y los dichos más comunes y corrientes del pueblo llano y sencillo, expresadas con singular gracia por tal o cual personaje, como dejaron escrito, entre otros autores isleños cuales Santiago Tejera, los hermanos Millares Cubas con su “teatrillo”, el político y periodista “Ángel Guerra”, Benito Pérez Armas y Leoncio Rodríguez por citar a algunos de aquellos más señeros hasta llegar al inigualable Víctor Doreste, uno de los primeros en ensayar lo que se ha terminado en considerar como el sainete canario que con gran parte de su enjundiosa obra cual “Una limonada para el señor”, “La del manojo de tollos”, “En el risco está mi amor”, “Ven acá, vino tintillo”, etc., procuró mantener vivas muchas de las “canariadas” que ya a mediados del pasado siglo XX tendían a perderse con la continua evolución del habla canaria a impulsos de constantes innovaciones foráneas. Y como casi al mismo tiempo bien hubo de recordar el periodista y escritor Francisco Guerra Navarro, “Pancho Guerra” para todos cuantos lo hemos leído y releído en sus resalados “Siete entremeses de Pepe Monagas”, en sus “Memorias y cuentos famosos de Pepe Monagas” y cuya tipología ya dejó bien apuntado en su interesante “Contribución al léxico popular de Gran Canaria”, cuando todavía, como reminiscencia asimismo de los muchos americanismos aportados por los indianos, por ejemplo, se trataba a todo el mundo con el respetuoso “usted” que, por modas, claro está que llegadas de las tierras de la metrópoli peninsular se fue trastocando rápidamente por el no siempre bien educado y si fresco y aún a veces descarado y desconcertante tuteo que hoy impera.

Bien es cierto que, volviendo al tema del genuino y singular léxico de acento canario, algunos otros autores isleños cuales María Dolores de la Fe, Donina Romero, Arturo Navarro Grau, Cirilo Leal, Francisco Osorio, Ángel Camacho Cabrera, Orlando Hernández, Víctor Ramírez, Juan José Romero Hernández entre otros, con sus respectivas y aplaudidas obras literarias y teatrales, cuentos, tragedias, sainetes, relatos, películas y otras variantes de ambiente y cariz costumbrista, por nombrar aquí a algunos de los autores isleños más leídos y escuchados tanto en el teatro y en el cine como en la radio y la televisión canario que hayan compuesto su obra comprendida en este género literario isleño, así como a los letristas y rapsodas de conjuntos musicales folklóricos, son por ello dignos de alabanza y reconocimiento.

Sin omitir o dejar de mencionar aquí también a actores y humoristas de antaño y actuales que a viva voz nos hayan deleitado y nos deleiten con esas geniales “caídas” cuales las “magas “ tinerfeñas seña Pepa y seña María la de las “boladas” y los “magos” Cho Venancio y Cho Juan el de Las Mercedes, Pancho y Carnasión, en muchos casos según guiones de diversos radiofonistas y otros humoristas del pasado. Y las del grancanario Pepe Castellano que recreó al singular Pepe Monagas, Gregorio Martín Díaz, José V. Afonso Perdomo, del inmediato ayer, entre los que hay que incluir necesariamente y en singular al humorista al mismo tiempo que genial dibujante de las últimas décadas del pasado siglo Eduardo Millares Sall que siempre se firmó como su principal creado personaje “Chó Juaa” y que ha sido uno de los artífices de que el genuino y singular humor canario quede recogido y reflejado en los papeles para que no se pierda y de alguna forma se conserve para la posteridad. Director de “El Conduto”, aquel suplemento semanal, al parecer única publicación de marcado cariz satírico que fue tolerada en las islas durante la etapa política franquista. Fue Eduardo Millares polifacético autor que ya desde muy joven, a partir de 1944, estuvo efectuando sus aportaciones artísticas en la prensa y en algunas revistas canarias con una serie de humor que denominó precisamente como “El conduto” (para el lector que desconozca este término isleño, dígase que dicho vocablo, en Canarias se refiere a la comida mejor y más sabrosa como queso, pescado frito, aceitunas en adobo, trozos de cebolla cruda, etc, con lo que se acompañaba y aún se acompaña la otra comida básica como el potaje, las papas etc., según clara definición del Diccionario Diferencial del español en Canarias).

Y añadir aquí, a los humoristas, autores, actores, dibujantes y guionistas más actuales cuales Manolo Vieira, Mario Yáñez Domínguez, Marrero el de Arucas, Juan Luis Calero, los Piedra Pómez, Instinto Cómico convertidos luego En Clave de Ja, etc., y los humoristas gráficos que parece ser que ya arrancan desde un jovencito Benito Pérez Galdós, Diego Crosa, Padrón Noble, J. Morgan, los hermanos López Aguiar, Carlos, Montecruz, etc., entre otros más que siguen saineteando el género, recreando diversos personajes peculiares canarios de una u otra forma, así como los comprendidos ya en un grupo virtual, excéntricos y acaso un tanto casposos, productos todos de los nuevos tiempos que estamos viviendo

En definitiva, autores, actores y letristas que en muchos casos ya han creado escuela, que desde hace años han venido colaborando en prensa, libros, radio, teatro y televisión con numerosos cuentos, comedias costumbristas, sainetes, historietas, chistes gráficos y aún, si acaso “boladas” (con b), chicotes y chistetes que, como se debe de saber son dichos o pequeños relatos, muchas veces surgidos como prontos irónicos o disimuladamente burlones, en definitiva, cuentos de risa en el decir canario; relatos escritos, dibujados, escenificados o a viva voz concebidos con la intención de que tengan gracia, que hagan reír o al menos sonreír con jocosidad.

Por último indicar aquí que, según parece, la obra sainetesca para la que en su día se me pidió colaboración por medio de esta especie de prólogo, por alguna razón que a mí se me escapa no llegó a publicarse, por lo que yo me he tomado la libertad de incluir el presente texto en este blog que, según amables opiniones y pareceres de diversos lectores es bien acogido y visitado.

Las Palmas de Gran Canaria, junio de 2010