25 de diciembre de 2009

LAS ANTIGUAS ERMITAS CANARIAS

Con respecto a las ermitas canarias en general, cabe el indicar que, debido a las características especiales de la conquista y cristianización de las islas de este archipiélago en plena Edad Media europea, las Canarias han sido un país eminente­mente eremitorio. Porque, ya a finales del siglo XIV y, al menos hasta llegar a mediados del XVIII, había un total de doscientas ochenta y ocho ermitas repartidas por las siete islas. Aunque Viera y Clavijo en alguna parte de su voluminosa y minuciosa obra ya dá para el año de 1782 la existencia en activo de doscientas noventa y seis, indicando específi­camente que había ciento veintisiete en Tenerife, ochenta y tres en Gran Canaria, veintiocho en La Palma, veintiuno en Fuerteventura, veinte en Lanzarote, diez en el Hierro y siete en la Gomera. Y con posterioridad se han llegado aidentificar hasta un total de trescien­tas treinta y ocho, lo que con alguna otra que se haya podido escapar de los recuentos habidos, dá un total aproxima­do de casi trescientas cincuenta ermitas, algunas ya ni siquiera existen­tes, otras absorbidas por expansiones urbanísticas, otras más convertidas en iglesias, como base u origen de templos parroquiales actuales y el resto, o en ruínas o restauradas y dedicadas todavía al culto de algun Cristo o alguna Vírgen o santa o santo patrón.

Por otra parte, en las Constituciones Sinodales de los obispos de Canarias Cristóbal de la Cámara y Murga, celebradas las unas en los años de 1629 y 1623 y la otra de Pedro Dávila y Cárdenas en el de 1735, de quienes es posible tomara sus datos el indicado Viera y Clavijo, es donde se facilitan algunos detalles más de las ermitas existentes en la única diócesis canaria del entonces. Algunas, no muchas más, fueron edificándose en épocas posterio­res.

En la isla de Tenerife, entre los términos de La Laguna y el luego de Santa Cruz, se localizaron hasta un total de veintitrés ermitas, entre ellas la de Nuestra Señora de la Expedición que después se conoció como de Los Remedios y las de La Concepción, de Nuestra Señora de Gracia, de San Cristóbal, de San Miguel, de San Roque, de San Sebastián, de San Juan Bautista, de Ntra. Sra. de Las Mercedes, de San Benito, de San Lázaro, de la Virgen del Rosario y de San Diego de Alcalá. Dos ermitas hubo en Valle Guerra y dos en Geneto; cinco en el término de Taganana; tres en Adeje; una en Santiago del Teide; seis en Tegueste; cuatro en Tejina; seis en Tacoronte; tres en El Sauzal; tres en La Matanza; tres en La Victoria; otras cuatro en Santa Ursula; una en El Tanque y hasta quince en el término municipaL de La Orotava y tres en el Puerto de La Cruz; cinco en Realejo Alto y otras cinco en Realejo Bajo; dos en San Juan de La Rambla; diez en el término de Icod de los Vinos; seis en Garachico y su contorno y una en Los Silos; ocho en el territorio de Buenavista; cuatro por el Valle de Santiago; tres en Adeje; cuatro entre Chasna y Vilaflor y otras cuatro en Granadilla y cuatro más por Arico; tres en Güimar y, en fin, tres más en el término de Candelaria, entre ellas la muy antigua de San Blas, "en la cueva donde estaba la santa imagen en tiempo de los infieles", con un total de ciento treinta y cuatro ermitas en toda la isla.

En la isla de La Palma, en Santa Cruz y sus alrededores hubo hasta diez ermitas, cuales las dos consecutivas de la Encarnación y las de San Miguel, San José, Santa Agueda, Santísimo Cristo del Planto, San Telmo, Santa Catalina Mártir, San Francisco Javier y San Sebastián; seis en la zona de Breña Alta y tres en la Breña Baja; una en Mazo y una en El Hoyo; una en Lomo Oscuro y una en Fuencaliente, una en Los Llanos de Aridane y tres en El Paso; dos en Tazacorte; dos en Garafía; dos en San Andrés y Sauces; una en Los Galguitos; una en Las Lomadas; una en el Barranco del Agua y dos más, una de ellas luego convento, ya desaparecidas; una en Tijarafe; una en Puntallana; dos en el término de La Galga; una en Barlovento y tres por la zona de Las Nieves, sumando hasta cuarenta ermitas..

En la villa de San Sebastián de La Gomera y sus aledaños hubo hasta cuatro ermitas, las de San Sebastián, San Telmo, Santa Ana y San Antonio por el barranco; una en Jerdime; una en Punta Llana; una en Tejiade; una en Alajeró y otra por el Valle de Santiago; dos en Arure y otras dos en Chipude; una en el Valle de Hermigua y otra en el Valle Alto del mismo término y otra en Los Gomeros; una en Agulo; una en Vallehermo­so; una en el Barranco de Ingenio y otra entre Tazo y Cababria y otra más por tierras de Arguamul, lo que sumó hasta veintiuna ermitas y oratorios.

En la isla de el Hierro se citaron en el pasado hasta diez ermitas, pero hubo y hay más. En Valverde localizadas cuatro que son las de San Sebastián, de Santiago, de Santa Catalina y de San Lázaro; en Frontera una; una en Altamayote; una en Puerto de La Estaca; una en El Mocanal y otra en El Pinar; dos en El Golfo; una en Azofa y una en La Dehesa y tres más, haciendo la suma de trece ermitas en la isla.

En Lanzarote, en Arrecife o El Puerto la de San Ginés, la de la Vera Cruz y la de San Rafael Arcángel en las afueras de la villa; dos en Femés y otra en Yaiza; una en Tías; una en Tinajo y otra en el Paraje de Yuco; dos en Teguise; dos en Teseguite, una en Tao y otra más en Tiagua; dos en Soo; una en La Caleta; dos en Haría y una en Famara; una en Los Valles y las de San Salvador y San Bartolomé y dos más, que sumaron un total de veintidos.

En la isla de Fuerteventura hubo bastantes ermitas, ya desapareci­das algunas de ellas. En el antiguo Puerto Cabras, hoy Puerto del Rosario y por sus contornos hubo ermitas como la localizada en Ampuyenta dedicada a San Pedro de Alcántara, la de San Andrés en Tetir, la de la Concepción, la de San Agustín en Tefía y una en La Matilla. Y dos en Pájara; una en Tuineje; una en El Valle; dos en Betancuria y dos en Valle Rio Palmas; una en Antigua; una en Triquivi­jaste; una en Las Pocetas; una en Valles de Ortega y otra en Agua de Bueyes; una en La Oliva y una en Vallebrón; una en Tindaya; una en Lajares; una en Corralejos y dos más, una de ellas desaparecida ya; una en el Valle de Santa Inés y la dedicada a Nuestra Señora de Candelaria y hasta cuatro más, en un total de veinticin­co ermitas distribuidas por la isla.

De las ochenta y tres que Viera atribuye a la isla de Gran Canaria, el autor anónimo de un manuscrito de mediados del siglo XIX que trata sobre la situación eclesiástica en esta isla y que, en lo concerniente a las susodichas ermitas copia casi literal­mente al indicado autor, informa en términos bastante genéricos que solo hay ochenta y dos, señalando once en el perímetro de Las Palmas y seis en sus aledaños.

En el "Diccionario..." de Madoz que se componía alrededor del año de 1845 se detallan las ermitas de Las Palmas de Gran Canaria de la forma siguiente: "Hay 10 dentro de la c. denominadas de San Antonio Abad, Espíritu Santo, Los Reyes, Santos Justo y Pastor, San Telmo, San Nicolás, San Roque, San Juan, San Lázaro y San Martín y 8 fuera tituladas San Cristóbal, San José, Santa Catalina, Ntra. Sra. de La Luz, de La Asunción, La Concepción de Salvago, San Francisco de Paula y Santa María la Blanca (o de Las Nieves, como se la solía conocer también). Parece ser que hubo asimismo la de La Concepción Pura de Santa María y las de San Sebastián y de Las Angustias así como la de La Vera Cruz. Y repartidas por el resto de Gran Canaria, seis en Telde, cuatro en Agüimes, tres en Tirajana, una en Agaete, seis en Gáldar, cinco en Guía, dos en Moya, cuatro en Teror, seis en la Vega de San Mateo, cuatro en San Lorenzo, seis en Firgas y una en Santa Brígida, quedando sin especificar las restantes quince.

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