23 de septiembre de 2008

EL PERIMETRO DE LA CIUDAD DE LAS PALMAS A FINALES DEL SIGLO XVI
Por Carlos Platero Fernández
Como ya es bien sabido, alrededor del día 24 de junio del año 1478, el capitán castellano Juan Rejón, después de haber desembarcado con sus tropas, se dice que por la bahía del Confital y concretamente por el Puerto del Arrecife, haber oído mañanera misa en las playas de Las Isletas, rocerrer los arenales bordeando las dunas y, en fin, despues de haber pernoctado en la ladera oriental de la montañeta de San Francisco, atravesó el cauce del riachuelo Guiniguada y, se dice que milagrosa o sabiamente aconsejado, levantó lo que fue campamento militar fijo, cerca de la costa, en un altozano recubierto de profusa vegetación entre la que descollaban tres airosas palmeras, por lo que a aquel blocao hecho de tapiales y maderos, recinto atrincherado, con un torreón de defensa y almacen de ármas y víveres se le denominó El Real de las Tres Palmas. Que desde el final de la conquista de la Gran Canaria, el embrión urbano del caserío formado fue la Villa del Real de Las Palmas y, a partir del año 1515, la Muy Noble y Leal Ciudad de Las Palmas, como rezó en el escudo heráldico oportuno.
Después de aquel comienzo, con el primer reparto de tierras y aguas efectuado por Pedro de Vera al finalizar la conquista, el incipiente casco urbano se fue desarrollando pronto alrededor de una sencilla ermita levantada en honor de Santa Ana y que muy pronto pasó a denominarse de San Antón, bajo la advocación de San Antonio Abad, al iniciarse los cimientos de la futura Catedral de Santa Ana o iglesia del Sagrario a la vera de la plazuela de Los Alamos, que con el tiempo ha desaparecido a causa de diversas reformas y urbanizaciones de la zona. Y la futura ciudad empezó a conformarse a ambos lados del Guiniguada, primero en la loma de las palmeras y luego por la vega adyacente que se extendía hacia la montaña de Santo Domingo y que se conoció como La Vegueta de Hernán de Porras, en donde pasó a residir la nueva nobleza o aristocracia de los conquistadores, los mercaderes y la curia eclesiástica, tales como los Fontana, Vega, Lezcano, Cerpa, Padilla, Mujica, Peñalosa, Pello, Riberol, Sotomayor, Vachicao, Vera, etc. Y, salvando el cauce del anchuroso barranco, ya a principios del siglo XVI, el nuevo barrio de Triana, más modesto, ocupado al principio tan solo por los religiosos y servidores del monasterio de San Francisco y un grupo de labradores y marineros que, parece ser, eran de procedencia andaluza.
Según el primer plano que se conoce de la ciudad de Las Palmas, confeccionado por el ingeniero italiano Leonardo Torriani alrededor del año 1590, el perímetro urbano de entonces era, poco más o menos, delimitado por una línea imaginada que, arrancando en la zona de Triana desde la entonces salida al mar de la calle hoy conocida como de Constantino en la costa Este, siguiera hacia el Sur por lo que actualmente es la calle de Francisco Gourié y, cruzando la desembocadura del barranco girara levemente hacia el SE y llegara a un antiguo reducto de defensa localizado por donde hoy es la zona oriental del Mercado de Vegueta, siguiendo la actual calle del Alcalde Díaz Saavedra y entrando en la Avenida Marítima del Sur hasta llegar al final de la muralla Este del Colegio de los Jesuitas, doblando allí hacia el Oeste, hasta donde está la clínica de San Roque y luego, otra vez hacia el Sur y SO hasta la calle de Diego A Montaude, a seguir en todo su recorrido, doblando al final en dirección Norte hasta la confluencia de las calles de Hernán Pérez con Toledo y desde allí, por la parte trasera de la iglesia de Santo Domingo, hasta la confluencia de la calle actual de Sor Brígida Castelló con la de Sor Jesus, por la Portadilla de San José y, girando una vez más pasando por donde se alza el Hospital de San Martín y lo que es la calle Jordán salir al Guiniguada por el extremo Oeste de El Toril con nuevo giro aquí hacia el Este y, poco antes de llegar a la calle de Doramas, cruzar otra vez el cauce del barranco frente al Terrero, a la altura de la actual calle del Párroco Artiles, llegándose hasta la bajada de San Nicolás y descender hasta más abajo de San Justo para girar una vez más a mitad de la calle aproximadamente en la misma dirección que la calle del Doctor Déniz, bordear el campanario del antiguo convento de la iglesia de San Francisco y por los terrenos del actual Conservatorio llegar a la calle Maninidra, girar hacia la de General Bravo y seguirla hasta pasar San Bernardo y entrando en la de Pérez Galdós descender por lo que es actualmente la calle de Perdomo y con breve giro hacia el Sur acabar enlazando con la calle Constantino en su extremo occidental. Perímetro que ciertamente muy poco se alteró en las centurias siguientes, hasta mediados del siglo pasado.
En principio, tan solo dos murallas defendían a la incipiente ciudad. La de la parte Norte, que, arrancando e un torreón con pequeña plataforma para la posible artillería, que bajaba desde la montaña de San Lázaro al Oeste, hasta el mar, por lo que se conoció como el Charco de los Abades, con un trazado igual a la actual calle de Bravo Murillo, con una gran portada de acceso a la altura del comienzo hoy del Parque de San Telmo, rematada en un torreón que se denominó luego como de Santa Ana. Y la muralla del Sur, levantada por órden del Gobernador Melgarejo alrededor del año 1530 y fue reconstruída en 1565 por el Capitán General Alonso de Ávila y Guzmán, que arrancaba en lo que hoy se conoce como Placetilla de los Reyes, en Vegueta, conocido al principio el paraje como el Campo del Quemadero y también alguna vez como el de La Cruz de la Horca y que acababa en la marina pedregosa, aproximadamente a la altura del terreno en que se enclava el cementerio Municipal de Las Palmas, con las Portadillas de Los Reyes y de San José donde se iniciaban los tortuosos caminos de herradura que conducían al Sur, posteriormente, aquella muralla se llegó hasta la Montaña de Santo Domingo al Oeste. Y aquellas dos toscas murallas de apenas tres metros de altura y no mucho grosor fueron durante varios siglos las que en verdad marcaron a uno y otro lado los límites urbanizados de la ciudad. Además, desde finales del siglo XV, construido entre los años de 1492 y 1494 bajo el mandato del general gobernador Alonso Fajardo, a unos cinco kilómetros al Norte de la ciudad existía un pequeño fuerte de planta cuadrada con plataforma para la artillería y cerca del cual había unas cuantas casas conocidas como las del Corral de Henríquez.
Allá por el año de 1599, la ciudad de Las Palmas estaba conformada por unas 58 calles, callejas, callejones, plazas y plazuelas, de las cuales más de un 10 por ciento, aunque identificadas, han ido desapareciendo por mor de diversas ampliaciones y reformas urbanísticas.

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